La reja que se observa en la presente imagen, del siglo XVI, se encuentra cerrando el vano de medio punto de la capilla del Sagrario de la parroquia de San Miguel, se abre al tramo superior de la nave del evangelio. Tal y como ahora se nos presenta ofrece dificultad para pensar que se encuentre en su lugar de origen.
Ciertas anomalías del coronamiento, como desplazamiento de los escudos y obligado torcimiento del crucifijo final. Se ignora para donde fue creada, pero la presencia de los escudos de la familia Reinoso-Peñuela, hacen pensar proceda de la antigua capilla de los Reinoso de Santa María la Mayor, cambiada de lugar por ampliación del templo en 1.626, según reza en una lápida colocada en uno de los muros de dicha capilla.
Cuatro cariátides jónicas en el piso inferior. El barrotaje que cubre por completo los dos cuerpos, es de balaustres con nudo recubierto de hojas de acanto y anillos, exceptuando las mencionadas cariátides.
El coronamiento, sobre el eje de simetría marcado por columna mostruosa, aparecen dos bichas aladas con cabeza de pájaro, sosteniendo una cornisa sobre la que se eleva la deeis, enmarcada por dos jarrones colocados en los extremos. A ambos lados, y sobre las bandas laterales, hay dos escudos de armas sostenidos por putti, que recuerdan los de lareja de la capilla del Greco.
Atribuida a rejeros locales, Domingo de Vergara o al discípulo de éste, Alonso de Morales.
No caben dudas que el taller de rejería barroca de Andújar,sobre todo en el siglo XVII, debió estar a la cabeza de la provincia.Se intuye por el simple hecho de que cuatro balcones de la Catedral de Jaén, que se precisaron para cubrir vanos de la obra nueva, fueron encargados en 1.626 a un maestro andujareño Miguel Jerónimo Ramírez.
(D. José Domínguez Cubero, La Rejería Arquitectónica de Andújar (Jáén) en el siglo XVI.
Fotografía enviada por Juan Miguel Ruiz, gentileza de D. José Estrada.
¡Qué bien le vendría a esta iglesia ciertos cambios estéticos! De entrada, esta bella reja tiene justo a su lado una horrible puerta salida de aquella vorágine renovadora del Concilio. Ahora que se están restaurando sus bellos cuadros, bueno sería sacar de la sacristía el retablo que allí yace olvidado, trasladar a otro templo las imágenes de González Orea (autor al que admiro, pero cuya obra no tiene cabida en esta iglesia), y eliminar de una vez el antiestético cancel de hierro.
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