Por Manuel Toribio García
En la
España del Siglo de Oro, la limpieza de sangre-ser cristiano viejo no
descendiente ni de moro, ni judío ni converso-era una obsesión, un auténtico
filtro social para acceder al grupo social dominante. En el Archivo histórico
Provincial de Córdoba ((Protocolo de 1758), hemos localizado un expediente de
genealogía y limpieza de sangre del vecino de El Carpio, Don Antonio Martínez
Matera y Barrantes y de su hermano Julio Martínez de Matera Barrantes, que
afecta también a la ciudad de Andújar por ser ambos descendientes de una
andujareña; en concreto, de doña Ana María Serrano, de la que se pide
información a las autoridades de esa ciudad: Ana se bautizó en la iglesia de
Santa Marina, siendo sus padrinos Don Cristóbal Serrano y Ana González. Se crió
en la casa de don Gerónimo serrano, hermano de don Cristóbal.
Por lo
tanto, se despachó requisitoria a las Justicias de Córdoba-de donde era la
familia paterna- y a las de Andújar, para que las dichas Justicias procedan al
examen de testigos. Las averiguaciones realizadas en esta ciudad confirman que
doña Ana había nacido allí, no fue procreada de legítimo matrimonio y que como
hija de padres no conocidos se bautizó, aunque siempre se dijo que era de gente
ilustre. El primer testigo en comparecer fue don Diego de Cárdenas y Piédrola,
quien afirma que es hija natural del dicho
don Gerónimo Serrano y que la mujer con quien la había tenido no era de
menor calidad.los serrano eran caballeros notorios y parientes de su madre ,
doña Biolante Escolástica de Cárdenas Piédrola y Reinoso.
Un segundo
testigo será Julio González Relaño , Beneficiado Propio de la Iglesia Parroquial
del Apóstol San Bartolomé y Comisario
del Santo Tribunal de la Santa Inquisición de Córdoba declarará que es hija de
padres no conocidos, pero caballeros notorios y de las primeras familias de esta
ciudad por lo que se le permitía usar el nombre y apellido de la casa por ser
hija natural.
Otro
testigo, don Bartolomé de Javalera, Comisario de la Santa Inquisición, informa
que conoce a don Jorge Pérez Serrano, Caballero del Orden de Calatrava, vecino
de Andújar y primo hermano de Don Gerónimo serrano, quien le ha dicho que cuando
salía de visita su mujer y la familia de don Gerónimo Serrano, llevaban consigo
a doña María Ana Serrano quien estaba con estos señores y tomaba asiento con
ellos en los estrados y que se le hacía el mismo agasajo que a los otros
señores.
Rodrigo Martínez de Arce, Prior de la Iglesia
Parroquial de Santa Marina y compañero
de la Universidad Eclesiástica, que ha visto en el libro de Bautismos que figura doña María Ana Serrano, a la que
en sus desposorios se inscribió como Ana María, ya que comúnmente así se llamaba
a la susodicha en su casa y que los niños de la Casa Cuna de la ciudad
normalmente son bautizados en las iglesias de San Bartolomé o de San Miguel y
que si en este caso se ha hecho en la de Santa Marina es por ser hija natural de
don Gerónimo Serrano, que tiene sus casas principales en donde vivía en dicha
Parroquia.
Luisa
de Ojeda, del hábito descubierto de Nuestra Señora del Carmen, que declara en su
casa por hallarse impedida, informa que era una muchacha rubia y muy blanca, se
le parecía mucho a doña Elvira serrano, hermana de don Gerónimo. La testigo
frecuentaba con su padre la casa del
dicho don Gerónimo por tener su padre estrecha amistad con el susodicho y con
doña Juana de Cárdenas su mujer y confirma que Ana se crió desde su nacimiento
en dicha casa. Además ella le había preguntado a una mujer que había estado
cogiendo aceituna en el sitio de Martín Malillo, quien le dijo que la tal Ana
era de los Serrano, que se había casado la dicha doña Ana María con un hombre
que era Maestro de Albañil de El Carpio.
Don
Bartolomé de Lasso y Perales, Cura de la Iglesia parroquial de Santa Marina
afirma que el 2 de julio de 1604 se bautizó doña Mara Ana, hija de padres no
conocidos . Por último, Don Bartolomé Muñoz de Encinas, vecino de esta ciudad y
procurador del Número de la ciudad de Andújar y Notario Apostólico en ella
declara que los serrano son caballeros notorios del primer lustre y nobleza de esta
ciudad.
Por todo
ello, concluían tras la investigación que don Julio Martínez Natera y su hermano,
, vecinos y naturales de Córdoba son de buena sangre, ni moros ni
judíos ni mulatos ni negros ni gitanos y sin que la Inquisición tuviese nada
contra ellos, al ser descendientes de sus abuelos Julio Martínez Natera y Ana
María Serrano y por línea materna sus
abuelos serían Nicolás Barrantes García de Paredes, natural de Badajoz y vecino
de Córdoba, maestro de sastre, y de doña Isabel de la Concepción y Rocha, siendo
sus padres Pedro Martínez Natera y Manuel Francisca Barrantes, constando que
tanto padres como abuelos tienen limpieza de sangre, son cristianos viejos,
limpios “ de toda mala raza”(sic) ni penitenciados ni esclavos.